lunes, 23 de abril de 2012

De por qué soy una mala lectora

Según mi exhaustiva investigación (léase Google), la novela de Carlos Fuentes, La región más transparente, puede causar todo, menos indiferencia. Y a mí no me causó indiferencia, sino hueva. La verdad, no sé qué sea peor.

Les explico: tengo que leer La región para mi clase de Literatura mexicana del siglo XX. He hecho esfuerzos titánicos para leerla, pero nomás no me entra. Ya antes había leído (intentado leer) La muerte de Artemio Cruz, pero me causó el mismo efecto, y dejé a don Artemio agonizando en la página ochenta. Sí, lo dejé agonizando, recordando, siempre hacia atrás, hacia atrás...

Yo misma me he preguntado qué demonios tiene el señor Fuentes que no me guste y que haga que no pueda terminar de leer sus libros (por cierto, Aura sí me gusta, por si se lo preguntaban). No he llegado a una conclusión que me convenza, por eso sólo puedo decir que hay "algo" en su prosa. Me parece que es sosa y aburrida. Sé que este argumento no es sólido, sino más bien... ¿ambiguo? Pero es lo único que puedo decir si quiero contestar a la pregunta "¿Cuál es mi problema con Fuentes?" Además, pasan como veinte páginas, y la novela sigue narrando la misma situación sin que pase absolutamente nada; simplemente, el señor Carlos se centra en los diálogos de los personajes que, la verdad, no me dicen nada. Sí, claro, a lo mejor soy una mala lectora y no puedo ver ciertas cosas, pero me sigue pareciendo aburrido.

Toda esta disertación me lleva a recordar otros libros que abandoné, como Eón, el despertar del ojo de dragón, de Allison Goodman, que pues sí, estaba chidito pero iba demasiado lento, a mi parecer. También Bruja mala nunca muere, de Kim Harrison. No lo terminé porque nunca le encontré el menor sentido, parecía la segunda parte de otro libro.

Otros libros que no he podido leer porque de plano no me entran son Las aventuras de Tom Sawyer y La llamada de la selva. Lo malo es que es como un crimen no poder leer esos libros. Mis compañeros leprosos... perdón, letrosos, me quemarían viva, y también uno que otro maestro, o la gran mayoría.

Pero bueno, tampoco terminé de leer Un capitán de quince años y Las tribulaciones de un chino en China, de Julio Verne... Mejor ahí le paro, no me vayan a linchar.


domingo, 8 de abril de 2012

Acostumbrarse a la soledad

Yo soy un gato solitario por naturaleza. Aunque tengo varios amigos, "conocidos" y "contactos" (son niveles diferentes para mí), no me molesta la soledad. Incluso puedo decir que la disfruto y que estoy acostumbrada a ella.

Esto puede ser bueno y malo. Bueno porque no me deprimo ni me angustia estar en un lugar donde no haya nadie que pueda ayudarme. Y no, tampoco me da miedo estar sola en casa ni me espanto por ruidos extraños, voces o apariciones de gente en el espejo o en la televisión estática (a todo el mundo le pasa, ¿no?). Malo porque creo que esto de estar acostumbrada a la soledad tiene muchas desventajas.

Una de esas desventajas es que, cuando estoy acompañada, no me siento dueña de mi tiempo, y mi tiempo es muy valioso, he de señalar. Les explico: me siento dueña de mi tiempo cuando estoy sola y yo decido qué cosas hacer, en qué orden hacerlas y en cuánto tiempo (suena un poco obsesivo porque lo es). La cosa cambia cuando estoy acompañada, porque muchas veces (esto puede sonar duro, pero no lo es tanto, y no significa que no me guste estar acompañada) tengo que hacer coincidir mi tiempo con el del otro. Claro que disfruto de la compañía de mis amigos, pero también siento que debo tener tiempo para mí.

El problema viene cuando estoy con personas que sí merecen esa "coincidencia de tiempos" porque siento que soy grosera (sí, más de lo que ya soy) y obviamente no es justo para esas personas.

Creo que debí escribir este post en aquélla tarea en la que hay que responder a la pregunta "¿Cuáles son tus orillas enfrentadas?" Bueno, es cuestión de copiar y pegar ;) .

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